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El Jeep es el vehículo por excelencia del ejército norteamericano. Nosotros lo recordamos por las películas que tenían como telón de fondo la II Guerra Mundial o la guerra de Vietnam, en las que a menudo se veía a un alto mando sentado en la trasera o directamente conduciendo uno de aquellos coches pintados en color verde oliva. Pero, en el caso de los que se emplearon en Vietnam, nos ha sorprendido saber que muchos de estos coches siguen existiendo, aunque abandonados como chatarra por las cercanías de la ciudad de Saigón.
La empresa Van Daryl, que ya ha puesto a la venta en Asia un número muy escaso de coches y motos personalizados al gusto del cliente, ha visto el potencial de estos vehículos y ha decidido rescatarlos. En su plan de ruta no está la idea de restaurarlos y sacarlos a la venta, o bien a subasta. Tampoco de instalarles un motor eléctrico que haga que un vehículo que nació para la guerra se convierta en 'amigo del planeta'. Según sus propias palabras, han querido "reinventarlo, rehabilitarlo, revivirlo y refinarlo".
Con es de aluminio
Esos coches que han pasado más de cinco décadas entregados a la oxidación y la decadencia son completamente desmontados y el nacimiento del nuevo coche, que por cierto se llama Van Daryl War Truck, arranca con un refuerzo del bastidor. Los es de chapa que antes le daban forma pasan a la historia, porque entendemos que en la mayoría de casos serán irrecuperables, así que sobre la base del coche se montan unos es de aluminio que en gran medida respetan las proporciones del coche original, aunque no las formas.
Las suspensiones de ballestas se sustituyen por otras independientes con muelles helicoidales, las llantas pasan a ser de aleación forjada y el coche pasa a medir 4,2 metros de largo y 1,6 de ancho, con una distancia entre ejes de 2,85 m y una altura libre al suelo de 25 cm para sortear cualquier bache.
Luces píxel led
Lo más llamativo es que el frontal clásico con las dos ópticas y la parrilla del radiador de siete aberturas dejan paso a un con luces led en forma de píxel, al tiempo que la parrilla del radiador adopta una posición horizontal y el parachoques como tal se reduce a un altísimo tope. El eje delantero queda tan adelantado respecto a la carrocería, que el ángulo de ataque debería ser muy superior al del Jeep original, aunque en Van Daryl no han dado este dato.
Se ha colocado en posición todavía más vertical el nuevo parabrisas, flanqueado por dos enormes espejos retrovisores, y en la trasera sigue colgando la rueda de repuesto, aunque esta vez protegida en lugar de a la intemperie.
En cuanto al interior, al que se accede a través de una diminuta puerta, se ha recurrido a materiales que nada tienen que ver con el propósito de guerra para el que el coche fue construido en origen. Así, encontramos piel de becerro cosida a mano y es en madera de arce, además de una instrumentación digital salvo que su nuevo propietario lo pida con instrumentos analógicos.
El viejo motor de 71 CV
Lo que no cambia, y aquí nos hemos sorprendido, es el motor. Bajo el capó sigue estando el viejo cuatro cilindros de 2,3 litros con 71 CV, al que puede asociarse tanto un cambio manual (no especifican de cuántas velocidades) como otro automático. En cualquier caso, nos parece suficiente potencia para un coche que, gracias a su peso de solo 1.070 kg, anuncia una desorbitada velocidad máxima de 161 km/h. Y para el que además se mantienen los frenos de tambor en los dos ejes.
Entendemos que quien compre este War Truck no lo querrá para rodar muy rápido, sino para disfrutar a bajas velocidades en terrenos escarpados. Un capricho para el que se ha anunciado un precio base de 72.800 euros sin contar los impuestos ni el envío.
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