Las carreras las hacen los corredores y la actitud de estos. La frase por manida no deja de ser real. Como muestra la primera etapa del Dauphiné. Una jornada de 196 kilómetros que presentaba dos cotas enanas en el doble circuito final y que Pogacar, Vingegaard, Van der Poel y Evenepoel dotaron de una emoción propia de las más altas cumbres alpinas.
En la Cota de Buffon, una chincheta enana de menos de 600 metros al 8,8%, se encendieron los petardos. Pogacar ya había avisado en el primer paso, secando en primera persona un ataque de Archie Ryan (EF). Cuando un incauto, Axel Laurance, demarró en el paso final, a seis kilómetros de meta, llegó la voladura incontrolada.
Atacó Vingegaard y allá fue Pogacar. Van der Poel se sumó a la fiesta y se llevó detrás a Buitrago. Remco apretó para adherirse al movimiento ganador. Por detrás, dudas y descoordinación.
Lidl-Trek había trabajado duro para seguir celebrando en la vuelta de Milan, pero se vio superado por el grupo de ganadores que se puso en cabeza. Descolocados los contendientes, delante se pusieron a currar, con Vingegaard pasando al relevo cuando Remco levantaba el codo exigiendo continuidad.
Llegamos a los 500 metros finales y Van der Poel decidió arrancar el sprint. Como le ha ocurrido en alguna ocasión en el pasado -Girmay lo sabe bien-, el neerlandés se precipitó y terminó lanzando a un Pogacar que no rechazó el envite. Vingegaard entró falcado a su rueda y el líder de Alpecin fue tercero.
Así pues, primer día y Pogacar ya está de amarillo. Mañana nueva etapa quebrada con múltiples ascensos de tercera y cuarta categoría, con repecho final en la Cota de Nonette. ¿Alguien duda que se la intentará devolver Vingegaard o que Pogacar querrá volver a ganar? El verano de los colosos de la bicicleta ya está aquí.
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