El pelotón vivió una auténtica montaña rusa en la cuarta etapa de la París-Niza. Un accidente de un motorizado obligó a neutralizar la carrera a 45 km de meta, dejando a los ciclistas en un limbo de pausas y reanudaciones durante más de 10 kilómetros.
A Vingegaard se le escapa la etapa, pero se viste de líder
La cuarta etapa de la Carrera al Sol fue un caos. La organización frenó a la fuga y detuvo varias veces la carrera. Con frío y lluvia de por medio, el parón les jugó en contra: el cuerpo se enfrió y la competencia se volvió una lotería.
Jonas Vingegaard no se guardó nada y cuestionó el protocolo de la organización: "Tengo sentimientos encontrados... ni siquiera eso, no estoy para nada contento. En mi opinión, nunca debimos haber seguido. No es que la carrera fuera extremadamente peligrosa, pero bajamos más de 20 kilómetros demasiado lento y nos congelamos. Nadie sentía los frenos. Luego nos dieron solo 10 minutos para calentar, y eso no es suficiente. Todavía sigo con frío. Esto nos afectó a todos".
La etapa se reanudó a 30 km de meta, con ventaja para quienes venían en la fuga antes del parón, aunque el pelotón terminó cazándoles. Vingegaard, junto a Matteo Jorgenson y un reducido pelotón, se colocó en la cabeza de carrera de cara al ascenso final.
A dos kilómetros de meta, el danés se lanzó en solitario, pero en los últimos metros apareció Joao Almeida (UAE) con un ataque sopresivo para llevarse la victoria: "Teníamos una buena estrategia, habíamos trabajado bien en el último ascenso cubriendo los ataques, y tuve la libertad de intentarlo... pero al final me superaron. Así es el ciclismo. Decepcionante para mí también hoy", declaró Vingegaard.
Pese al golpe en la llegada, el danés se enfundó el maillot de líder de la general con cinco segundos sobre Jorgenson. El Visma ya había dado un golpe sobre la mesa en la crono por equipos de la jornada anterior, y ahora tiene a sus dos figuras en lo más alto de la clasificación.
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