Llegar a los cuartos de final. Ésta era la premisa fijada por la selección española en un Mundial de balonmano que ya ha acabado para los nuestros. Un decimoctavo puesto, la peor clasificación en la historia de los Mundiales, debe ser ahora diseccionada para dar con los problemas que está sufriendo el combinado masculino en las últimas citas internacionales.
El bronce en París 2024 maquilló otro gran revés como fue caer a las primeras de cambio en el pasado Europeo, quedando decimoterceros, la peor posición también en este campeonato. Pero quedarse solo con los últimos resultados daría una visión superficial e injusta de un profundo cambio generacional que están sufriendo los ‘Hispanos’ en los últimos años, inmersos en un nuevo ciclo olímpico.
Cambio de ciclo
Ya sin los Entrerríos, Sterbik, Aginagalde, Cañellas, Morros, Guardiola, Sarmiento, Maqueda, Gurbindo, Ángel Fernández, etc., la lista de restas es muy amplia en la hornada más exitosa para el balonmano español. Se vive un periodo de transición que ha dado lugar a dos decepciones casi consecutivas. Aunque no se haya perdido las señas de identidad, como es luchar hasta el final de los partidos sin bajar los brazos sea cual sea el resultado, durante este Mundial se han visto algunas costuras a un sistema que funcionaba desde 2020 de forma brillante en juego y en resultados.
Uno de los grandes debes de los ‘Hispanos’ en este campeonato, a pesar de una buena media de goles encajados (26), ha sido la falta de solidez e intensidad defensiva, sobre todo en su eje central. Sin dos de los mejores especialistas del mundo como Morros yGuardiola, el seleccionador Jordi Ribera está probando diferentes opciones para la dupla que debe mandar en la zaga del equipo. Miguel Sánchez-Migallón, Javier Rodríguez y Abel Serdio fueron los elegidos para esta difícil misión, pero aún deben consolidarse en este rol. Rivales como Suecia o Noruega durante ciertos tramos, y, sobre todo, Portugal desarbolaron a la defensa española con sus unos contra unos o con su lanzamiento exterior ante la falta de ayudas y piernas, ya fuera con el 6:0 ó el 5:1.
Además, si la defensa no es consistente, la portería no siempre puede hacer milagros, aunque tenga a dos de los mejores como Gonzalo Pérez de Vargas y Sergey Hernández. Un hándicap que afecta también a otra de sus grandes fortalezas: el contraataque, añorado en este Mundial. Estos daños colaterales se reflejaron en el posicional, falto de ideas y con poca velocidad en la circulación de balón hasta los extremos, junto a las numerosas imprecisiones en los pases o en los lanzamientos.
En busca de la consistencia perdida
“Debemos adquirir consistencia. Hay momentos oscuros, en los que cometemos muchos errores, y eso nos obliga a remar en contra para recuperarla, así que debemos trabajar y mejorar las prestaciones. Nos vamos a rearmar para volver donde estábamos, calidad tenemos para ello”, advierte Ribera para la Federación Española.
Debemos adquirir consistencia. Nos vamos a rearmar para volver donde estábamos
El seleccionador español itió que el revés ha dolido. “Nos vamos tristes, porque este no era el objetivo. Todos, como siempre, venimos con la ambición de ganar. El objetivo era estar en cuartos de final, no ha podido ser y nos vamos con tres últimas derrotas. La de Noruega fue quizá la que nos dolió más por el momento y porque nos podía dar un colchón para llegar al último partido con opciones. Con Portugal tuvimos cinco minutos que nos apagamos y el de Brasil fue un partido equilibrado, pero ellos no están en cuartos por casualidad".
"Servirá de aprendizaje"
El técnico de los 'Hispanos' considera que este torneo servirá de aprendizaje para esta nueva generación jóvenes en la Selección: “Las derrotas hay que entenderlas como derrotas, como puntos de inflexión, como impulsos hacia delante para que el equipo mejore. Evidentemente, hemos tenido también experiencias positivas donde el equipo ha tenido momentos brillantes, pero que, como es normal, en un equipo en construcción ha tenido sus lagunas y que en una competición como esta se pagan caras”.
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