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Hubo un tiempo en el que James Harden podía decir aquello de "de un pívot y tiradores abiertos y moveré el mundo". Pero de aquella trituradora de juego auspiciada por la estadística avanzada del gurú Daryl Morey, hoy sólo queda el recuerdo.
'La Barba' sigue siendo uno de los mayores generadores de juego de la NBA. De hecho, lidera la liga en asistencias con 10,8 por partido. Pero la forma en la que desarrolla su baloncesto e involucra al resto de sus compañeros ha cambiado mucho desde sus tiempos de bonanza anotadora en Houston.
Ya no puede manipular defensas a placer, pero sí aprovechar cómo influye en el rival el talento de sus compañeros para ir aprovechando las pequeñas ventajas que se generan a lo largo y ancho del parqué. La pareja que forma con Joel Embiid es virtualmente imparable, y Harden explota las atracciones que sus sinergias generan para seguir alimentando al resto del equipo.
Ahí está la clave del nuevo Harden. En que no es tan capaz de propiciarse sus propios tiros porque los problemas musculares iniciados en Brooklyn y la edad le han arrebatado su primer paso y la cadencia de sus cambios de ritmo. Pero continúa sabiendo atacar los desajustes que aparecen gracias al talento de élite que le rodea.
Y es precisamente cuando no comparte pista con ellos cuando las carencias con respecto al Harden de antaño se agravan. El MVP de 2018 sufre en exceso cuando se rodea de talentos más unidimensionales, lo cuál no sucedía durante su apogeo físico. Curiosamente, es el 'sixer' que más minutos juega sin estar acompañado de ninguna estrella (Embiid, Maxey y, en otro plano, Harris).
Decisiones dudosas de un sospechoso habitual
Doc Rivers le ha otorgado el liderazgo de la segunda unidad a inicios del segundo y el último cuarto, donde suele pasar varios minutos sin ningún otro generador en cancha. Algo que sale a cuenta frente a gran parte de los equipos de la liga (ataque tremendamente productivo), pero que supone un riesgo mayúsculo ante la cúspide de la competición.
La estadística ampara la decisión del técnico, pues, según datos de PBP Stats, en términos generales el equipo es 14,13 puntos mejor que su rival con Harden compartiendo cancha con los suplentes. Sin embargo, viniendo de jugar ante Milwaukee y Boston en una semana, Harden ha acumulado un -16 de parcial sumando ambos encuentros (que también cuenta el tiempo que comparte con el resto de titulares) y los Sixers han dejado escapar a los Bucks y visto peligrar su victoria ante los Celtics durante esos minutos de 'La Barba' en solitario.
Defensas de la versatilidad de los dos mejores equipos del Este pueden permitirse ir a buscar a Harden hasta la altura del logo y, ante la ausencia de un segundo hombre que pueda castigar esa superioridad con consistencia una vez el base suelta el balón, sacar rédito de cada posesión defensiva. O bien defender agresivo en uno contra uno y blindar el interior fiando tiros a unos exteriores que están muy irregulares.
Dada la tesitura, el arsenal de Harden prácticamente se reduce a la amenaza del triple tras paso atrás, pero las defensas antedichas (y que los 37 minutos que disputa por noche lideran a los Sixers en esta parcela) están provocando que últimamente se le vea falto de fuerzas. Sobre todo en ese tramo de inicio del último cuarto
A las puertas de los playoffs, esto da la sensación de convertirse en un quebradero de cabeza para el equipo de Pensilvania, ya que cualquier pareja de Harden que no sea Embiid resulta en un drama para su defensa. Lo cual no sería tanto problema de no ser por la conocida alergia de Rivers a hacer correcciones sobre la marcha una vez dan comienzo los playoffs. El técnico es muy reacio a los volantazos que exigen las series más igualadas, y a menudo se le hace tarde.
Hay otros problemas, siendo el más evidente el de los valles de tiro que sufre el equipo y el papel de PJ Tucker, a quien las defensas descuidan de forma exagerada con más éxito del que le gustaría a Rivers (precisamente ante los Celtics anotó tres triples esenciales). Pero ninguno que incida más en uno de los dos pilares básicos del conjunto.
Pendientes de la salud de Embiid hasta que se demuestre lo contrario
Los descansos de Embiid, esenciales para que los Sixers tengan opciones a largo plazo, suponen una difícil papeleta. Después de muchos años de 'The Process', proyecto iniciado en 2012, Philly ha alcanzado el punto de madurez en el cual, presumiblemente, cualquier eliminatoria que dispute ante los favoritos se decidirá por detalles.
Y en este punto, rellenar las pequeñas ausencias de Joel con tramos de Harden como única voz cantante es una puerta abierta a recibir parciales suicidas. Demasiado riesgo en eliminatorias que se decantan por minucias.
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