El 20 de agosto del año pasado, Tomás Bellas (Madrid, 1987) anunciaba que no jugaría con su equipo, el Fuenlabrada, esta temporada “debido a un problema de salud. Los próximos meses estaré centrado en mi recuperación”. Se le había diagnosticado un linfoma de Hodgkin que ya ha superado, pero que adelantó su retirada. Tras 15 campañas en la Liga Endesa (Gran Canaria, Zaragoza, Fuenlabrada y UCAM Murcia) y haber ganado la batalla más importante, estas son sus lecciones. De baloncesto y, sobre todo, de vida.
Pregunta. Lo primero: ¿Cómo se encuentra?
Respuesta. Estoy bien, intentando hacer vida normal post-enfermedad y post-baloncesto, que se juntan dos situaciones nuevas para mí. Hace un par de meses hice un PET-TAC negativo y eso quiere decir que no tenía enfermedad en el cuerpo. Y por otro lado, la vida después del baloncesto, que también es algo nuevo para mí. Trabajando mucho, intentando hacer deporte, aunque menos que antes porque se me hace complicado, disfrutando también de los niños, de la familia, de un fin de semana sin tener que viajar... Paso a paso. Bien.
P. ¿Cómo empezó todo? ¿Qué síntomas tuvo para pensar que tenía algo?
R. Empecé con sudoraciones nocturnas, levantarme a mitad de la noche completamente encharcado. Luego, una serie de ganglios que tengo por la zona de la tráquea los tenía inflamados, tenía mucha tos, cansancio en general. No llegaba a saber muy bien si era por trabajo o porque estaba enfermo. Pasaron tres o cuatro semanas en esta situación hasta que decidí ir al hospital. Una vez me vieron allí, me dejaron ingresado, me hicieron una biopsia y me comunicaron que tenía un linfoma de Hodgkin.
La curiosidad por saber qué te pasa está ahí. Me acuerdo de noches en el hospital con Google. Te metes, empiezas a ver y empiezas a preocuparte
P. ¿Sabía lo que era? ¿Le sonaba?
R. No. De hecho, en cuanto empiezan a dejarte entrever qué puede ser, me acuerdo de noches en el hospital con Google, que no sé si eso es bueno o no. Me decían que no, pero la curiosidad al final de saber qué es lo que te pasa, pues ahí está. Te metes, empiezas a ver y empiezas a preocuparte.
P. Cuando ya le dicen lo que es, ¿qué se le pasa en la cabeza?
R. Fueron dos momentos distintos. En uno me comunican que tengo un linfoma. Luego, más adelante, me dicen que es un Hodgkin, porque puede ser Hodgkin o no. Después hubo como pequeñas victorias. Una vez te dicen que es un linfoma, pues todo fatal, pero no me dicen nada más. Nos vamos toda la familia -padres, hermanos, mujer, hijos...- a Santander, a una casita que tienen mis padres allí, donde nosotros veraneamos, para intentar estructurar un poco la cabeza y para ver cómo voy a afrontar esto.
Una vez vuelvo, me comunican que es un Hodgkin, que es la primera pequeña victoria, porque en principio es menos malo que el otro. Más tarde me dijeron que estaba en el estadio 4, que era el más avanzado, y eso fue una pequeña derrota. Yo pensaba que podía estar en un estadio 2, porque hacía dos meses había acabado de jugar al baloncesto sin ningún tipo de síntoma.
La palabra 'mágica' nunca la hemos pronunciado en casa. No era necesario. Creo que muchas veces no hay que ponerle nombre y apellido a todo
P. ¿Cómo se le comunica esto a la familia? Sobre todo a los tres niños que tiene.
R. Eso quizás es lo más difícil. La familia creo que se ha enterado más o menos a la vez que yo. Te diría que incluso que antes. Ha habido un momento que había como dos carreteras paralelas en las que a mí me informaban de una cosa y la madre de mi cuñado, que también ha estado en medicina nuclear y es la que me hacía los PET-TAC, iba comunicando también a mi familia. Lo difícil son los niños. Bueno, la palabra 'mágica' nunca la hemos pronunciado en casa, creo que no era necesario. Son niños de 10, 9 y 6 años. Los reunimos un día, los sentamos. El mayor, el más maduro, quizás era el más consciente de lo que podía pasar. Y fíjate que cuando les comunicamos que papá tenía un problema de salud, que tenía que centrarse en recuperarse, que había algunos días que no iba a estar en casa porque tenía que ir al hospital a curarse, a él lo que le preocupaba era que su padre no iba a jugar al baloncesto. Creo que muchas veces no hay que ponerle nombre y apellido a todo.
P. El trabajo psicológico que ha tenido que hacer habrá sido tremendo.
R. Sí, es duro, no te voy a decir que no. Pero es algo nuevo por la gravedad del asunto, pero no muy distinto en otras cuestiones. Al final, ¿cuál es el objetivo? Curarse. ¿Qué tengo que hacer o por dónde voy a pasar para llegar hasta allí? Yo creo que he hecho todo lo que tenía que hacer, sobre todo a nivel mental. Hablar con gente que lo había pasado, en circunstancias parecidas a la mía, con familia, con hijos, que te digan por dónde vas a pasar. Vas a tener este momento en el que te vas a encontrar así, vas a tener otro momento que va a pasar esto... Ha ido pasando todo eso que me han comentado y me ha ayudado mucho.
P. Cuando hizo el anuncio de que no iba a jugar este año, ¿por qué no dijo lo que tenía?
R. En primer lugar, por los focos. Si yo hubiese dicho que tenía un linfoma de Hodgkin, creo que muchísima gente, mucha más de la que me ha mandado mensajes o los medios, habría estado más encima y yo necesitaba tranquilidad, centrarme en la recuperación y teniendo espacio. Era un poco lo que buscaba, yo no tengo problema en decir lo que he pasado. De hecho, invito a cualquier persona que esté en un proceso parecido a que me llame si le puede ayudar mi experiencia. Y, aparte, también quizá por los niños. Sin ser un jugador mediático, pues sí que sales y ellos se empiezan a meter en periódicos, en televisión... Podían tener a esa información que no quería yo que encontraran.
P. Ha habido recientemente deportistas que pasaron por lo mismo. ¿Habló con ellos?
R. No, no hablé con nadie que lo había padecido en el deporte. Sí con gente que lo ha vivido en otros momentos, porque es gente mayor que yo y para mí fue suficiente. No necesitaba hablar con todo el mundo. Yo creo que dos, tres personas, que son las que a mí me han ayudado.
He dado la vuelta a la tortilla y he dicho: "¡Qué afortunado soy!". Por los doctores, por mi familia, por el dinero...
P. Deportista, joven, se supone que sano... ¿Ha pensado que esto no le iba a pasar a usted? ¿O por qué le ha pasado?
R. No, eso no lo he pensado nunca porque sería oportunista. No encuentras una respuesta a eso, así que preguntarte algo de lo que no vas a conocer la respuesta creo que es un poco absurdo. Lo que sí que he hecho es darle la vuelta a la tortilla y decir: "¡Qué afortunado soy!". He tenido un equipo de doctores impresionante, me han puesto en un hospital público un tratamiento que estaba en ensayo clínico en 2024 y ahora en 2025 lo han aprobado en España.
Tengo una familia fantástica que me ha llevado la comida al hospital, que ha estado conmigo para lo que ha hecho falta. Mi hermano ha venido a hacerme el desayuno a las 7 de la mañana muchos días. Mi mujer se ha levantado y se ha quedado a dormir en un sofá otros tantos días. Mis padres, lo mismo. No he tenido problemas económicos. El dinero es importante también para según qué cosas y en este caso yo no he tenido ningún problema en parar tres, cinco meses... No he tenido que mirar la cuenta un solo día y eso también es algo para sentirse afortunado.
P. ¿Las sesiones de quimioterapia son tan demoledoras como dicen?
R. Esto es algo muy subjetivo. Para mí han sido tratamientos de cuatro días en los que tenía que ingresar en el hospital. Intenté al principio hacerlos desde casa, pero al segundo día tuve que ingresar porque estaba baldado, estaba hecho polvo. Pero esto es muy personal, porque hay gente que se lo pone en un día y se iba a casa. A mí me pusieron el tratamiento ese que estaba en ensayo clínico. Los doctores tuvieron dudas porque soy mayor para un Hodgkin, que es un tipo de linfoma que se da en gente más joven que yo, que tengo 37 años. Se suele dar entre los 18 y los 25. Me decían que estaba mayor para eso y yo les decía era un chaval. Como físicamente estaba muy bien, decidieron ponérmelo, pero el primer ciclo fue durísimo. Tuve inmunodepresión, tuve que ingresar con fiebre otra vez, también tenía líquido en el pericardio y no podía respirar bien... Muchas cosas a consecuencia del tratamiento. Hay gente que te dice que la quimioterapia la ha pasado fenomenal y yo pienso por dentro: "Joder, ya me habría gustado a mí".
P. ¿Haber sido deportista profesional le ha ayudado? Por aquello de superar retos...
R. A mí sí, pero no por el hecho de haber jugado. Como ha hecho deporte, parece que es más fácil pasarlo. No. Mi vida han sido retos como creo que una persona que se pone a trabajar en una 'Big Four' de auditor o de consultor y tiene que pasar retos constantemente y tiene que pelear por llegar a algún lado. Yo mido 1,80, he hecho una carrera, bajo mi punto de vista, estupenda y con la que no soñaba. ¿A base de qué? De retos, de conseguir objetivos, de sufrir en determinados momentos y este proceso no ha sido algo muy distinto a todo eso. Es cierto que si no hubiera salido adelante pues la consecuencia hubiese sido muy mala, pero el reto era parecido.
Las prioridades cambian al cien por cien. Intento recordar qué es lo importante en la vida, aunque a veces no lo consigo
P. ¿Siente que las prioridades le han cambiado, que cosas que antes consideraba importantes ahora son chorradas comparadas con lo que le ha pasado?
R. Sí, cien por cien. Pero a la vez te digo que la cabra tira al monte. He estado muy tranquilo en todo el tratamiento, pero una vez que ya lo he pasado y estoy haciendo vida normal, estoy trabajando, ahora ya me sigo enfadando con mis niños, les regaño cuando considero, me sigo enfadando porque un coche me pite cuando voy conduciendo, cosas cotidianas... Por un lado, muy contento de haber vuelto a ese Tomás de antes, porque quiere decir que todo está bien, pero por otro lado sí que intento volver a recordar qué es lo importante en la vida. Intento volver siempre a ese recuerdo para tener los pies en el suelo y valorar realmente lo importante, aunque a veces no lo consigo.
P. Estuvo recientemente en el derbi de Belgrado, va a ir a la Copa del Rey... ¿Son cosas que tenía previstas o se ha dado cuenta de que hay que disfrutar de la vida?
R. Esto surge con los papás de las amigas de mi hija un día que fuimos a tomar una cerveza, cuando yo estaba todavía en tratamiento. Estaba en la lista de cosas para hacer cuando me recuperara. Una de las personas implicadas sacó los billetes y nos fuimos para allá. Tenemos un Panathinaikos-Olimpiakos que ya se está maquinando. Yo he sido disfrutón siempre. La vida son dos días, hay que trabajar, hay que saber sufrir, pero también hay que disfrutar y eso es lo que estoy haciendo ahora.
P. Ya se cuidaría mucho antes, pero ¿ha modificado hábitos de su vida?
R. Siempre me he cuidado. Cuando a mí me dicen que tengo linfoma, mi hermano a con una nutricionista fantástica que es Yolanda Santiuste , especialista además en gente con problemas oncológicos. Yo siempre había comido bien, dulce también. No soy una persona ni que beba, ni que salga mucho y consideraba que estaba en un estado de salud estupendo, pero es verdad que esta persona me ha cambiado numerosos hábitos. Un montón de cosas que yo pensaba que eran buenas no son tan buenas. Son cosas que hemos metido en casa también con los niños.
P. ¿Cuántos mensajes y llamadas tenía el día que dijo que se retiraba?
R. Muchos. Además, en eso soy poco atento y sí que he intentado ahora contestarles a cada uno como se merece. No lo esperaba, sinceramente. Árbitros, entrenadores, clubes, presidentes, gente que coincidió conmigo hace igual 25 años jugando en Primera Nacional... Eso es lo que me llevo de todo este magnífico viaje.
Para estar 15 años en la Liga Endesa midiendo 1,80, hay que tener un punto de mala leche. Eso o ser Raúl Lopez
P. Hasta le escribieron rivales con los que se las tuvo tiesas.
R. Sí. Yo he intentado defender lo mío como he podido y como he sabido, pero es que otra gente ha hecho lo mismo. Lo bonito es que al final del camino mires para atrás y estés orgulloso. Yo lo estoy y no me comparo con nadie más. Lo que más me satisface es ver que hay muchísimos jugadores contra los que he competido y hemos levantado la bandera blanca en este momento de nuestras vidas.
P. Para estar 15 años en la Liga Endesa midiendo 1,80, ¿hay que tener un punto de mala leche?
R. Sin lugar a dudas. O eso o eres Raúl López [risas]. Él era un mago con el balón y ha sido uno de mis ídolos de siempre. Yo no soy ningún mago, lo tengo claro. Yo he hecho cosas que hay gente que no está dispuesta a hacer: presionar toda la pista, jugar para los demás... Parece que sólo se puede ser bueno metiendo la pelota en la canasta y creo que hay muchas otras facetas en el baloncesto que yo he tenido para jugar tantos años.
P. ¿Pensaba jugar más tiempo o este iba a ser su último año?
R. Tras salir de Murcia y estando ya en Madrid, pensando en si trabajar ya, sale la opción de Fuenlabrada y decido seguir compaginando el baloncesto con el trabajo que hago hoy en día. El año pasado renuevo para otra temporada más y por este problema pues decido poner punto y final a mi carrera porque ahora ya son 37 años y después de esto no me veo volviendo. No me veo con la forma necesaria para competir ni con el hambre suficiente para hacerlo, que creo que es muy necesario.
P. ¿Qué le habría gustado hacer en el baloncesto además de lo que ha hecho?
R. Un montón de cosas. Haber jugado para la selección española me hubiera encantado. También soy consciente de la gente con la que he tenido que competir: Chacho, Ricky, Calderón... Gente muy buena con unas carreras impresionantes. Me hubiera gustado jugar Euroliga, ganar títulos... Me quedo con todo lo positivo y ha habido muchísimas cosas muy buenas, pero por pedir, todas las que te he dicho.
Ya son 37 años y después de esto no me veo con la forma necesaria para competir ni con el hambre suficiente para hacerlo, que creo que es muy necesario
P. ¿Y qué es lo que más va a echar de menos?
R. Competir. Eso me gusta. Llegar el fin de semana y ponerte el cuchillo en la boca y decir: "Vamos para allá". Eso lo voy a echar mucho de menos. Y el ambiente, el día a día, el entrenar, los compañeros... El otro día fui a Fuenlabrada y me sentaba con ellos en el banquillo y charlaba de mil cosas, de gilipolleces... Eso es lo que voy a echar de menos. Lo demás, el correr, el calentar, no.
P. ¿Y una segunda vida en el baloncesto aunque no sea de jugador?
R. No lo descarto. Estoy abierto a cualquier tipo de oferta que me pueda llegar, pero a día de hoy, en el corto plazo y como he intentado prever en los últimos 4 ó 5 años, lo tengo encaminado con el tema empresarial, el que me ocupa el 95% de mi tiempo. Ahora es lo que me da de comer.
P. ¿Cuáles son los siguientes pasos en su proceso?
R. La medicación me la quitaron. Tomo suplementación con la nutricionista y tuve revisión hace una semana con analítica y todos los estudios pertinentes. Estoy perfecto. Estoy bien. Cada tres meses me harán una revisión y cada seis, un PET-TAC. Si no se activa nada ni ven fluorescente por tu cuerpo en la prueba, quiere decir que todo está perfecto y que las células siguen estando bien.
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