El Girona de Míchel venía avisado. Y ha aprendido la lección. Los catalanes lograron la pasada temporada una espectacular clasificación para la Champions League que, puesta en perspectiva, suena aún más increíble. En su segunda campaña de regreso a la élite, el equipo gerundense no sólo se metió entre los cuatro primeros, sino que le peleó al Real Madrid en algún momento el liderazgo y, para colmo, explotó a talentos desconocidos como Savinho (ahora estrella del Manchester City) o Dovbyk (referente en la Roma tras ser Pichichi de Primera).
Ocurre que, si aquello ya era impensable, el reto subsiguiente era más complejo todavía. Desmantelado de buena parte de sus jugadores franquicia el curso pasado, al Girona le esperaba la ilusión de intentar rendir bien en la máxima competición continental sin descuidar LaLiga, donde el riesgo de descenso tras un paseo por las nubes ya ha rondado a otros equipos.
Le pasó de forma directa al Celta de Vigo en 2004. En la 2002-2003 acabó cuarto y un año después, se fue al pozo como antepenúltimo. Ser una versión repetida de aquel fiasco 20 años más tarde era el objetivo de un Girona que, cierto es, navega en un proyecto diferente a aquel que representaba el Celta hace dos décadas. Porque ahora los catalanes aparecen respaldados por el City Group, dueño del Manchester City entre otros, y aunque su gestión es independiente, también mucho más sólida que algunos otros proyectos que van por libre.
Un descenso 'imposible'
No parece que vaya a ser el caso de este Girona que, en Liga, acabada la primera vuelta, se atreve más a mirar a la zona alta de la tabla y puestos europeos, que a la zona baja, un espacio que tiene muy alejado sin que parezca, por ahora, en peligro su continuidad como conjunto de élite. De hecho, en las apuestas de Betfair suena tan descabellado que pueda irse a Segunda (tendría que sumar menos de 10 puntos en lo que resta de campeonato), que apenas se le da una probabilidad implícita del 0,49% a que pierda la categoría. La nada.
Y todo ello, sin desentonar en la Champions, donde es cierto que todo apunta a que no se meterá ni en la repesca, pero donde los catalanes están disfrutando del camino recibiendo a grandes de Europa (Liverpool), poniendo en apuros a otros gigantes (el PSG les ganó en el último minuto y con un gol en propia puerta) o visitando templos donde habrá invasión rojiblanca. En Milan se esperan 3.000 desplazados desde Girona.
El futuro de Míchel
Y todo ello con un entrenador de moda como es Míchel, al que los focos ya no le apuntan tanto, pero que sigue desatándose como uno de los mejores entrenadores de LaLiga. Su contrato termina en 2026, pero no sería descartable que empezara a sonar para banquillos más grandes. En España las puertas de los cuatro grandes parecen vetadas, pero en Inglaterra, su perfil es de los que gusta, como sucedió en su momento con Iraola o con Lopetegui.
Incluso su nombre llegó a sonar como una vía para el Manchester City en una opción que ahora parece improbable, pero que en Inglaterra siguen cocinando y debatiendo viendo que esta temporada, el de Santpedor se ha enfrentado a una situación compleja con una racha de resultados tan negativa, como impredecible.
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