El partido tiene alta carga competitiva. Lógico. Cartelazo: París Saint-Germain contra Atlético de Madrid. Un duelo que se disputa en esta fase de liga en la Champions, pero que bien podría formar parte de unos cuartos de final o unas semifinales. Dos grandes nombres que tienen, en sus banquillos, a sus máximas estrellas. Despojado el PSG de Mbappé y el Atlético de Madrid siempre centrado en su entrenador, Luis Enrique y Diego Pablo Simeone aportan toneladas de morbo a un partido que huele a pasado. También a futuro. Y precisamente con ambos técnicos de protagonistas.
"Sí es cierto que el Atlético me llamó en 2011, pero ya había dado mi palabra a otro club". El entrecomillado es de Luis Enrique, que en la previa de partido reconoció que sí, que el Atlético lo tuvo entre la terna de entrenadores que pudo hacerse con el banquillo rojiblanco cuando Diego Pablo Simeone acabó retornando a Madrid para hacerse con el puesto... y no dejarlo desde entonces. El fútbol y sus destinos caprichosos.
Entre el corazón y los resultados
Entonces el Atlético de Madrid buscaba un revulsivo y el debate interno en las oficinas del Calderón apuntaba en dos direcciones: o buscar el estilo asentado y ya exitosos de Luis Enrique o apelar a la emotividad (pero no testada aún en Europa) de un Simeone que había ganado ya en Argentina con Estudiantes de la Plata y Ríver Plate, pero que en el viejo continente sólo había dirigido al modesto Catania de la Serie A. Luis Enrique, por aquel entonces, sólo había dirigido tres temporadas al filial del FC Barcelona, pero ya entraba en las quinielas recurrentes para dar el salto al primer equipo, como hizo varias temporadas después previa experiencia (mala) en Roma y (buena) en el Celta de Vigo.
Finalmente pudo el corazón (con dosis también técnicas) para escoger a un entrenador que ahora es leyenda del Atlético de Madrid. ¿Podría haberle emulado Luis Enrique? No se sabe... aunque quizá pueda saberse en breve. Porque el asturiano es un nombre que viene rondando el imaginario colectivo de los colchoneros en estos tiempos en los que la inviolabilidad del Cholo parece amenazada. Su continuidad no es, ahora mismo, intocable como parecía hace unas cuantas temporadas. Las leyendas también se desgastan y, en el caso del Atleti, lo complicado es buscarle un reemplazo. Aunque en el caso de los colchoneros, no encontrarán otro igual a Simeone.
Lucho, ADN Atlético... y un problema
Sucede que Luis Enrique sí que aporta varios ingredientes que gustan en el ADN del Atleti. Como su personalidad marcada, su combatividad y ese espíritu de lucha que se une a su antimadridismo (otro factor que tener en cuenta) y un buen currículum pasado. Claro que en cuanto a estilos nada tiene que ver a lo que juega el Atlético, que a lo que juega un PSG que tiene una obsesión en retener la pelota, aunque también despliega fórmulas diferentes como juego vertical y a la contra.
El caso es que el perfil de Luis Enrique encaja, aunque el recambio no sería tan sencillo como pueda parecer. El asturiano ha renovado hace poco con el PSG hasta 2027 en un acuerdo que consolida las relaciones entre el club galo y el entrenador. En París están convencidos de que 'Lucho' es lo que necesitan para encontrar la senda que lo lleve hasta la Champions. A pesar del batacazo de caer en semis el curso pasado y de un mal comienzo de la actual temporada. Su carácter y personalidad, añaden, es lo que necesita un equipo en reconstrucción que quiere pensar más en el equipo que en los nombres de una plantilla menguada de estrellas, pero alta de talento.
En esa apuesta, los pronósticos no opinan igual y, ahora mismo, el PSG está muy lejos de los favoritos a ganar esta Champions (tiene una probabilidad implícita del 3,44% en Betfair) o incluso de alcanzar la final (ahí su probabilidad implícita también es baja, apenas del 9%).
El panorama presente dibuja un matrimonio futuro complicado entre el Atlético y Luis Enrique, pero para nada descartable en una entidad que hace 13 años unió ambos nombres con un mismo objetivo (entrenar a los colchoneros) y que ahora, casi tres lustros más tarde, podría volver a cruzar sus caminos para ofrecer un desenlace diferente. El fútbol y sus caprichos.
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