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Cuando persigues un sueo, no hay atajos. No hay nada mejor que soar con los ojos abiertos. stas dos reflexiones guan a Roei ‘Jinji’ Sadan (Tel-Aviv, 1972), que desde hace dos aos y medio recorre el mundo en bicicleta. Cuando termin el servicio militar en su pas, viaj por el Himalaya con la armada hind. Y all, rodeado por las montaas ms altas del planeta, se pregunt cul era la mejor aventura del mundo. No se le ocurri otra respuesta que la vuelta al globo terrqueo sobre dos ruedas. Con su primer salario, se compr una bici. Empez a entrenarse y en julio de 2007 estren su cuaderno de bitcora.

Arranc en Alaska, cruz Canad, atraves Amrica hasta La Patagonia y luego vol a frica. Sudfrica, Mozambique, Malawii, Tanzania, Kenia o Etiopa le vieron deambular sobre su bicicleta. Tras pasar las Navidades en Madrid, y celebrar su cumpleaos (3 de enero), la prxima semana emprende de nuevo su andadura. Empieza en La Corua y transitar por toda la cornisa cantbrica hasta llegar a Francia. Luego Suiza, Italia, y rumbo a las antiguas repblicas soviticas. Por ltimo China y Australia. Ms de 60.000 kilmetros, pedalada a pedalada, cuya meta final es el Muro de las Lamentaciones en Israel. Su equipaje es de lo ms sencillo: ropa de abrigo y de lluvia, una tienda de campaa, un saco de dormir, un ordenador, un reproductor de msica y las herramientas de la bici.

Le comparan con Phileas Fog, Forrest Gump o Marco Polo. Pero ahora ha descubierto un nuevo personaje con quien ser equiparado: Don Quijote, por aquello de perseguir un ideal. No busca El Toboso, ni a Dulcinea. Si el ingenioso hidalgo de La Mancha tiraba de fe para no abandonar su sueo, l hace lo propio. La suya posee dos ruedas y los colores azul y blanco de su bandera patria. Es su bici, llamada Emun (fe en hebreo) con quien ha vivido situaciones inimaginables como dormir con el jefe de un tribu africana, bailar con massais o nadar entre ballenas en Mxico. “Cada da realizo un viaje a lo desconocido, no s dnde llegar”. Reniega del autobs o el coche. Si la bici se estropea o necesita ir a un centro urbano para arreglar cualquier papeleo, la aparca. “En Bolivia romp una rueda, la dej en una granja y recorr mil kilmetros en bus en busca de una nueva y luego volv a recogerla”.

Quien le iba a decir que acabara colgado de su velocpedo, cuando de cro le cost un mundo aprender a mantener el equilibrio en el silln. No saba ni inflar una rueda y ahora, paradojas de la vida, es su mejor compaera. “Es el medio de transporte perfecto. No tiene un motor que te impida escuchar el saludo de un persona, ni un cristal que te prive del aroma de cada paisaje”, apunta Roei Sanda, que todava va ms all: “te detienes dnde y cundo quieres. Sientes la tierra bajo tus pies”. Por eso, mientras pedalea su mp3 va a buen recaudo en una de sus mochilas. “Si escucho msica, no estoy en pleno o con lo tengo a mi alrededor”.

Su meta es transmitir a la gente que no renuncie a sus sueos. stos no tienen porque estar ligados a una aventura como la suya. Su hazaa es slo un ‘excusa’ para demostrar que cundo se quiere, se puede. As lo entiende Roei Sadan: “Mucha gente mayor se me acerca para decirme que siguen mi ejemplo en su vida cotidiana. Que les he hecho ver que con fuerza de voluntad, por lo menos, se debe intentar conseguir lo que se anhela”.

Su madre le tildaba de loco por emprender tamaa aventura. Pero, como Alonso Quijano, estos comentarios no le privaron de convertirse “en el hombre naranja, loco por un sueo”, como reza la cancin compuesta por una amiga israel, con quien se encontr en Colombia. Cada vez que supera un obstculo, se vuelve ms fuerte. Un nuevo halo de energa le invade. Y en estos dos aos, ha recibido ms de un empujn moral de este calibre. Ni la falta de comida en Alaska (perdi 15 kilos en 10 das), ni el robo a mano armada en Mxico (donde se qued sin nada, salvo su bici que con lgrimas en los ojos pidi que no le quitaran), ni un atropello en Bolivia, ni dormir entre leones, ni una malaria que a punto estuvo de costarle la vida, ni las piedras que le lanzaron en Etiopa han mermado un pice su fuerza de voluntad. De ello da constancia en su sitio web (www.dreamwithopeneyes.com) o en su perfil de Facebook.

Est orgulloso de contribuir a que el nombre de su pas no se asocie nicamente con un conflicto blico. E impresionado de las muestras de cario que se encuentra all por dnde va: “Te brindan lo poco tienen. Para muchos eres un rayo de esperanza en su cotidiana existencia”.

Cuando hablas con l te das cuenta, de que la nica pregunta que no necesita respuesta es saber si resistir. Como la pequea Dorothy de El Mago de Oz (su libro preferido), su viaje contina y si al final de su propio camino de baldosas amarillas pudiera pedir un deseo, lo tiene claro: “No despertar nunca de este sueo”.