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A buen seguro que no he tenido momento de despitote mayor en la larga semana que llevo de eremita en esta tierra desolada como con lo que les voy a contar seguidamente.

Y es que el destino quiere en ocasiones obsequiarnos con instantes que valen su peso en oro, aunque bien es cierto que, desde luego, el tiempo me est costando aqu el vil metal, pues la diosa Fortuna se est encargando de recordarme constantemente que es voluble y caprichosa -cual Paris Hilton- e incrementa su castigo con este pobre siervo de las cartas de manera inmisericorde.

Algn hijo de cien chacales se ha encargado de echarme mal de ojo o similar, y la verdad es que le est funcionando. Pero no os/les contar mis jugadas batidas ni las increbles situaciones que cual barn de Munchausen del naipe he sufrido en mi va crucis particular en Las Vegas, que para narrar penas y dems ya estn otros. Vamos con sucedidos que nos hagan pasar un rato agradable. Como las sevillanas, aqu va la primera.

Andaba yo sentadito en una mesa escoltado por un italiano de Npoles -lase Gomorra de Saviano- y otro de la pennsula de la bota, mas residente en Nueva York desde hace muchos aos. El de Npoles -de nombre, Gaetano- estaba ligando bien y ganando, cuando el otro se levant para ir a comer algo -luego iba a volver- y le dijo "bona fortuna".

La mirada que le lanz el napolitano fue como para fulminarlo. A partir de ese momento, el primero perdi lo ganado, lo no ganado, lo sacado, lo metido, lo prestado y hasta el pasaporte. A la media hora retorn el neoyorkino y Gaetano casi lo mata. "Cmo me puedes decir buena fortuna, a m, a un napolitano!". "Eres un imbcil, vete a tomar por culo!". Todo esto aderezado con gestos, gritos y dems. Los presentes no podamos parar de rer. Explicacin: no se desea "bona fortuna", ya que eso es gafe.

La segunda me la han contado y es cierta ciento por ciento. Adems, conozco al protagonista, ya que suele estar por las tardes jugando en el Venetian. Parece salido de una peli de Santiago Segura: esculido, consumido, piel requemada por el sol, de unos 60 aos, medio calvo y con melena gris. Viste camisa hawaiana y pantaln vaquero corto.

Pues bien, a eso de las ocho de la maana en uno de los mltiples tugurios que adornan la ciudad 24/7 unos cuantos espaolitos que andaban de juerga flamenca tras botelln in the room se sentaron en una partida que haba de lmites bajos para pasar un buen rato, ya que andaban turundunderos. Y all paraba el figura. En una de esas pidi una hamburguesa, y, cuando se la sirvieron, tan grande era su melopea que, en lugar de comer lo pedido, se meti unas fichas en la boca y comenz a zamprselas. El tamao de la trompa del susodicho era tal calibre que se confundi de "alimento".

Se pueden imaginar el cachondeo. Ante los gritos de "que te estas comiendo las fichas, tronao" el tipo se dio cuenta y, tras unos instantes de duda, se las sac. Entonces, vino un empleado -bendito de Dios- y con un pauelo de papel las limpi y se las devolvi. Lo que no s es quin tuvo huevos de ganrselas, no por el hecho, sino por el rebozado.

Otro par de perlas cogidas de las teles gringas. La primera, un concurso de devorar, que no comer, perritos calientes. Lleno de chinitos y chinitas flacas como prtigas en el que un to de Wisconsin bati el record del mundo y se zamp ms de sesenta! No vean ustedes la cantidad de pblico que vea el espectculo entre cmico y asqueroso de treinta presuntos seres humanos puestos en fila alimentndose como bestias de carga. El patrocinador, Heinz.

La que viene ahora es tragicmica. Un antiguo jugador de la liga profesional de ftbol americano, Steve McNair, ha muerto tiroteado en Nashville junto con su amante. Dos tiros en la cabeza y otros tantos en el pecho. Declaracin oficial del sheriff del condado: "Parece que ha sido un homicidio". No, lumbrera, se ha suicidado y se ha metido cuatro balas en el body. "Aqu hay colillas, aqu han fumao", que dijo el otro. Por qu no preguntas al marido de la amante? Y eso que no he estado en la academia del FBI en Quantico. Esto es lo que hay; as va el mundo.